lunes, 31 de agosto de 2009

ORIGEN DE LAS TORRES OCTOGONALES EN AL-ANDALUS





Hoy quiero llamar especialmente la atención acerca de un delicioso artículo escrito por Javier Peña en su blog sobre el Aragón Andalusí, titulado “La Alcazaba de Calatayud. Cronología” y dedicado a Agustín Sanmiguel, recientemente fallecido, gran investigador sobre estos temas.

Digo “delicioso”, porque nos abre una puerta muy sugerente en el camino de encontrar los verdaderos orígenes de nuestra arquitectura zagrí, ésa que algunos historiadores siempre se han empeñado en negar, dentro de todo el patrimonio mudéjar, negando lo innegable y alterando el orden lógico de las cosas.

Se trata de un hallazgo de ésos que al principio puede parecer insignificante, pero que indica un rastro que, bien seguido, indudablemente conducirá a conclusiones ricas y esclarecedoras.

Esta vez se trata de Calatayud. Por cierto, ¿sabíais que fue esa ciudad la primera que fundaron los musulmanes en la Península Ibérica y que la mezquita de Zaragoza también fue la primera?. Mira por donde, las dos en Aragón (Zagr-al-Andalus), y nosotros siempre pensando que eso de lo moro era algo que nos vino después de haberse desarrollado en Andalucía.

Pues resulta que nuestro amigo arquitecto Javier, trabajando en un proyecto de restauración de la alcazaba de Calatayud, ha descubierto (algún historiador ya había detectado algo, pero, por no saber darle explicación arquitectónica, lo había dejado de lado) los restos de una torre más antigua que el resto, dentro del conjunto fortificado.

Siempre se había dicho que todo ese conjunto databa del siglo IX. Ahora, Javier Peña demuestra que verdaderamente de esa época sólo es esa “torre camuflada”, apoyado en otras evidencias del casco urbano de Calatayud (relación con el castillo de Doña Martina) y razonando que no tenía sentido hacer semejante fortificación en una ciudad no fronteriza. Lógicamente, es después, en el siglo XI, cuando Zagr-al-Andalus, con Mundir I al frente y capital en Saraqusta, proclama su independencia (año 1.018) respecto al poder de Córdoba, y Calatayud, ciudad arropada hasta entonces por kilómetros y kilómetros a la redonda de dominio musulmán, queda en la frontera con el reino de Toledo (también musulmán, por supuesto, pero ya es otro estado).

De esta forma tan lógica, Javier nos explica que es en esta época cuando se construye el conjunto fortificado de Calatayud. Esta vez, no podrán acusarle los historiadores de adelantar la cronología, porque la retrasa nada menos que siglo y medio. Resulta ser aquí donde por primera vez se construyen unas torres octogonales, aunque no en ladrillo, sino en tapial de yeso. Con mucha probabilidad, Javier Peña ha encontrado en Calatayud el verdadero origen del alminar octogonal, mientras todos nos habíamos creído que esa tipología de torre venía del gótico levantino. Probablemente, ahora habrá que llegar a la conclusión de que no, que, en todo caso, será el gótico levantino el que provenga de lo nuestro.

La coincidencia en el tiempo y en un mismo reino de estas nuevas formas (las octogonales de Calatayud) con la tecnología irania venida desde Persia (estructuras de ladrillo y yeso), da como resultado esta tipología tan soberbia de alminares octogonales, de la cual tenemos en Tauste uno de los exponentes más destacados.

Nos queda mucho por investigar, acerca de cómo y por qué pudo llegar a construirse aquí semejante obra, en un pueblo situado en la margen izquierda del Ebro, junto al río Arba, apartado de todo el esplendor moruno de los valles de los ríos Queiles, Huecha, Jalón, Jiloca y Huerva (ciudades como Tarazona, Borja o Calatayud). Sólo cabe encontrar la explicación a través de Zaragoza y las rutas comerciales que se establecieran con los reinos del norte. ¿Qué relación administrativa tan fuerte hubo de tener nuestro pueblo con la capital del gran reino zagrí?.

También Javier Peña ha venido a desmantelar con su brillante sagacidad la teoría de distinción entre torres de estructura islámica (torre y contra-torre, con la escalera circulando entre ambas) y torres de estructura cristiana (huecas, divididas, en todo caso, por estancias superpuestas). Resulta que estas torres octogonales de Calatayud son huecas y están cubiertas con bóveda de cañón, lo que demuestra que este sistema ya era utilizado en la arquitectura andalusí (concretamente “zagrí”, en este caso), en el siglo XI. Este hallazgo resulta ser igualmente de suma importancia, pues abre la posibilidad de incluir en la arquitectura zagrí torres de estructura hueca (por ejemplo, la de Longares) cuando antes estaba totalmente vedado por ese argumento que ahora resulta ser inconsistente.

Pero no os voy a cansar más. Os recomiendo una visita por el blog de Aragón Andalusí y veréis su explicación de primera mano, relacionando además, con sumo conocimiento, datos históricos de Oriente con los de nuestra tierra. De paso, leéis un artículo sobre “La etimología de Azagra”, que es cortico y no tiene desperdicio.

martes, 18 de agosto de 2009

REACCIONES ENCONTRADAS



Quede claro que lo que menos pretendía yo con mi último artículo sobre el estado de la torre de Tauste y la peña desprendida era provocar un debate político. Nada más lejos del objetivo de este blog.

He de decir que todo ha sido una provocación de Julio (ejeano y buen amigo, con el que tengo en mi haber muchas horas de discusión) y, claro, ha habido personas que han entrado al trapo, lo cual, por otra parte, me parece muy bien. Para eso tengo configurado el blog de manera que cualquiera pueda entrar, sin restricciones, incluso anónimamente, y escribir lo que le venga en gana. Libertad de expresión ante todo. Sin embargo, me gustaría puntualizar que los comentarios anónimos, por muy bien fundamentados que estén, gozarían de mayor consideración si llevaran nombre y apellidos. Ahí, a pecho descubierto.

Quisiera dar por zanjado este debate político que nunca quise empezar (tampoco me arrepiento de nada, que quede claro), con mi humilde aportación al respecto.

Cierto es que Ejea viene disfrutando desde hace años de una cantera de políticos bien situados a nivel autonómico que han sabido barrer para casa, lo cual es condenable cuando parte de lo que se llevan no les corresponde y es a costa de privar a otros de lo que les hubiera pertenecido. En cuanto a las posturas victimistas de los políticos taustanos, no soy conocedor de tal circunstancia. En todo caso, si las ha habido, habrán sido consecuencia de esa sensación de rabia e impotencia que produce el hecho de que cuando pides algo que te pertenece y se te niega, para dárselo a otro que posee una situación de mayor influencia, sólo te queda el derecho al pataleo, y eso fastidia mucho.

Encuentro fundamento en eso que dicen de que “hay que saber pedir con gracia” y sin miedo a que te lo concedan, aunque ello suponga tener que ponerse a trabajar para llevar a cabo los proyectos. Si están, es para eso, para trabajar por su pueblo, que bastante mérito tienen por estar ahí, donde hagas lo que hagas, siempre serás criticado, donde casi nadie queremos estar, en un sistema de partidos políticos gobernados por camarillas de poder, donde el que es eficiente no puede medrar porque se encuentra con el que está por encima, que tiene mejores influencias y le dice “dónde vas, chaval, que estaba yo antes”. Sería fácil establecer un sistema de elecciones de listas abiertas, donde al pueblo se le diera la oportunidad de elegir a las personas por las que verdaderamente quisiera verse representado (por lo menos, en las municipales, y de ahí que emanaran todas las demás), pero eso supondría un acto de generosidad por parte de los que ostentan esos poderes fácticos que no están dispuestos a permitir, sencillamente porque se les acabaría el chollo. Es curioso: tras la muerte de Franco, España era un hervidero social y los herederos del franquismo, poseedores del poder absoluto, tuvieron el “acto de generosidad” de votar “sí” a la Ley de Reforma Política, a sabiendas de que al día siguiente se iban todos a casita, dejando el poder en manos de unos partidos políticos que se erigían en representantes del pueblo, con un montón de dificultades por delante que supuso crear un sistema democrático defectuoso, pero que, al fin y al cabo, era un gran paso adelante. Ahora, treinta años más tarde, seguimos anclados en esta fraudulenta democracia, donde el poder es manipulado por unos pocos de los que cabría esperar un comportamiento más democrático que de aquéllos de hace treinta y pico años, pero todo lo contrario, pues se aferran a ese poder como a un clavo ardiendo, en lugar de facilitar que sea verdaderamente el pueblo, mediante un sistema electoral digno, quien ponga a cada uno en su sitio; donde unos tienen más derechos o menos en función de la tierra donde viven y donde, curiosamente, los más desfavorecidos seguimos siendo los más incondicionales al sistema, mientras los otros ejercen su más insaciable egoísmo. Pero, al contrario de lo que ocurrió en aquellos finales de los 70, ahora nadie dice nada al respecto, nadie cuestiona el sistema, porque si alguien se mueve, ya no sale en la foto. Y digo yo: “¿no es más fácil reivindicar ahora que en aquellos tiempos, sin miedo a que te fusilen?”. Pues, no. Estamos apalancados en una inconmovible y aletargada resignación.

País… (que decía Forges).

Pues eso ocurre a nivel nacional, autonómico y ¿comarcal?. Personalmente, no sé qué pinta Tauste en la Comarca de Cinco Villas, con Ejea como un mal hermano mayor. Mejor nos hubiéramos quedado en la Ribera Alta, que son los pueblos con los que realmente siempre hemos tenido una buena e intensa relación. Por eso, hay que reconocer su valor a nuestros políticos locales, porque, la verdad, hay que tenerlo para estar ahí. Curiosamente, si con alguien he pretendido ser duro en mi artículo, más que con ellos, es con el pueblo en general (donde me incluyo yo el primero), pero nadie se ha quejado. Léase el último párrafo donde denuncio la apatía general del pueblo, como causa de la dejadez en que nos encontramos. Criticamos muy a nuestras anchas en nuestras tertulias privadas las cosas que no funcionan en Tauste, pero no tenemos la entereza de manifestarnos donde legítimamente esta pseudo-democracia nos facilita el foro adecuado, que son los Plenos Municipales. “Sí, aura voy a ir yo allí, a haceme a malquerer; paiso están ellos, y si no, que no estén”. Mientras tanto, a los plenos, tan sólo van Noeli Barceló y el siño Angel el Chugo. Lo sé porque me lo han contado, porque yo tampoco voy (ved que me pongo el primero).

¿No podríamos ir a los plenos, participar de las cosas públicas que directamente nos afectan, sin acritud, exponer las cuestiones correctamente, hacer que nuestros ediles se sientan arropados, que no tengan esa sensación de no saber para quién trabajan, que se sientan motivados (y controlados, por supuesto, que tampoco es malo), que vean al pueblo, que sepan sus necesidades, etc.?.

Allí es donde de verdad deberíamos expresarnos, insisto, tranquila y correctamente, que la exigencia no debe estar reñida con la armonía.

Pero no. Y ya que nadie se ha picado por la acusación de apatía que hice, dejadme que vaya un punto más allá en la provocación: ¿qué calificativo merece un pueblo que no es capaz de defender, ya no sólo lo suyo, sino también el legado que va a dejar a sus hijos?. Porque a todos nos gustaría dejar a nuestros hijos el mejor pueblo donde desarrollar su vida. ¿O no?.

lunes, 10 de agosto de 2009

Y AHORA, ¿QUÉ PASA CON LA TORRE?





Parece ser que, tras las últimas declaraciones provenientes del Ayuntamiento acerca del estado de la peña próxima a la base de la torre de Santa María y el artículo aparecido en el Heraldo de Aragón del domingo 9 de agosto, planea de nuevo la sombra del abandono.

No tengo la menor duda de que los argumentos esgrimidos están basados en un reciente informe geotécnico. Al parecer, los geólogos han vuelto a informar que nuestra torre no corre peligro. Así será, que para eso son especialistas en terrenos, pero tampoco tengo ninguna duda de que esas informaciones se están utilizando de manera inapropiada, tratando de justificar una posible vuelta a la pasividad ante este importante problema.

Una cosa es que los expertos aseguren que, del estudio del estado actual, se deduzca que la peña es estable, que sus fracturas no alcanzan todavía la zona de seguridad de la base de la torre y que, por tanto, ésta no corre ningún peligro, y otra bien diferente es interpretar que aquí sigue sin pasar nada. De todos es sabido que nuestro terreno se compone de yesos y arcillas, materiales altamente alterables por el agua y la intemperie. Por tanto, no cabe concebirse que ese talud pueda permanecer en ese estado de forma indefinida, ya que el deterioro paulatino del frente abierto será algo inexorable.

De todas formas, además de lo evidente de esta afirmación, tampoco es de recibo tener esa afrenta en el centro de nuestro pueblo, aunque sólo sea por dignidad.

De ninguna manera cabe admitir que lo único urgente que necesita la peña es un saneamiento en su frente y una consolidación en la cueva, concluyendo que no precisa un muro de contención (tan sólo admite, en el citado artículo, una edificación para un uso sin determinar, pero no como algo necesario), ya que tal afirmación viene a dar a entender por “sanemiento” el concepto de limpieza y poco más, con lo que el deterioro progresivo sería imparable, con el grave riesgo que poco a poco iría implicando para la estabilidad de la torre. “Saneamiento”, en este caso, ha de entenderse (ateniéndonos al Diccionario de la R.A.E.) por “reparar, remediar, afianzar, dar condiciones de salubridad, preservar de la humedad”. Esto sólo se consigue mediante la construcción de un muro de contención que proteja al frente de la peña de la intemperie, previa consolidación de la cueva. Otra cosa es que ese muro de contención necesite unas dimensiones y una cimentación desorbitadas para garantizar las mínimas condiciones de estabilidad -dado el gran desnivel que tiene que salvar- y que sea una solución más inteligente amparar dicho muro mediante una construcción (aunque sólo sea en estructura), ya que en ese caso el dimensionamiento del muro sería algo mucho más sencillo y, por tanto, mucho más económico. Ello supondría invertir en una estructura de coste superior al planteamiento de “sólo muro de contención”, pero, al menos, ahí quedaría un volumen de edificación aprovechable con vistas a futuro, mientras que lo gastado en un muro de esas magnitudes no tendría más aprovechamiento que el de contener y proteger la peña.

Ya sé que por parte del Ayuntamiento de ninguna manera se ha dicho que sólo se vaya a hacer una limpieza del frente de la peña y a rellenar la cueva, pero después de atravesar por un periodo tan largo de pasividad en este asunto, al recibir estas noticias, se le ponen a uno los pelos de punta. No olvidemos que bastante tiempo después del derrumbamiento (no recuerdo exactamente cuánto), dos profesores de la UNESCO visitaron nuestro pueblo para comprobar el estado de ese lugar y dieron una charla en la Casa de Cultura. Expusieron su punto de vista con total corrección, totalmente respetuosos y sin inmiscuirse en asuntos técnicos que pudieran quedar fuera de su especialidad. Tan sólo, en este sentido, dijeron que no era concebible que aquello estuviera así después del tiempo transcurrido, sin que el Ayuntamiento hubiera emprendido ya las acciones necesarias para proteger la torre, explicando la alta responsabilidad que resulta de la declaración de “Patrimonio de la Humanidad”. Desde el público, alguien, en representación del Ayuntamiento, les tachó de “imprudentes” (o algo similar, y algo más), por poner en entredicho la irreprochable actitud de la corporación municipal, ya que el equipo de geólogos había informado que no había ningún peligro. Ninguno de los allí presentes tuvimos el valor ni la decencia de salvar la cara de aquellas personas que se habían dignado a visitar Tauste para examinar un problema nuestro.

Continuó la dejadez durante bastante tiempo más, hasta que, por una de las casualidades de la vida, tuve acceso, hace ya dos años, al contenido de ese informe geotécnico que siempre se había interpretado como que allí no pasaba nada ni pasaría jamás. Las conclusiones del informe no iban precisamente por esos derroteros. Pero, además, pude detectar errores significativos en aspectos meramente constructivos, como es en lo referente a la carga transmitida por la torre al terreno (materias cuya competencia pertenece más bien a la arquitectura técnica que a la geología), así como contradicciones respecto a la existencia o no de corrientes de agua subterránea, según se analizaba el documento en unas páginas o en otras, lo cual añadía una mayor preocupación, si cabe, al asunto, por tratarse de un terreno cuya naturaleza es tan altamente sensible a estas circunstancias.

El nuevo análisis de ese informe geotécnico evidenciaba la necesidad urgente de retomar el asunto (nunca, intuitivamente, había dejado de serlo) y lo puse en conocimiento del Ayuntamiento a través de un detallado informe. La respuesta no defraudó y se comenzó por acometer la relación justificada de acciones necesarias por la primera de ellas, que era el derribo de la casa afectada de la C/ Rey de Artieda, ya que era la única manera de conseguir un frente de acción para llevar a cabo los trabajos necesarios.

Ahora salen estas últimas informaciones. Después de todo lo que llevamos y visto lo que puede deducirse de las mismas, compréndase el fundado temor de que todo esto no sea sino otro pretexto más para que el asunto vuelva a estancarse, mientras el deterioro infalible siga su curso.
No pretendo hacer una crítica sobre la dejación o no dejación por parte de las autoridades en asuntos como éste, toda vez que, como representantes del pueblo que son, no pueden por menos que reflejar la apatía reinante en el mismo.

Esperemos que no sea así. Nos jugamos mucho y no podemos permitírnoslo.

sábado, 8 de agosto de 2009

VISITA A TAHUST EN EL SIGLO XI


Me está ocurriendo últimamente que cuando me encuentro con buenos amigos, seguidores habituales de este blog, me reclaman que “a ver cuándo vas a poner más cosas, que llevo días entrando en tu blog y siempre aparece lo mismo”. A lo cual yo contesto que “tranquilidad, que uno escribe cuando puede (las aficiones hay que compatibilizarlas con el trabajo), además de que éste es un tema que no da para un artículo semanal, ni mucho menos”. Bastante tengo si consigo componer uno al mes, más o menos.

De todas formas, ya veis, aunque espaciados en el tiempo, son bastante larguicos. Recomiendo tomarlos con tranquilidad y no pretender absorberlos en cinco minutos. No os peguéis la paliza, tratad de asimilarlos con calma y disfrutad de ellos, si verdaderamente os motiva el tema, que merece la pena. Sobre todo, el PDF que contiene el trabajo completo, con los textos e imágenes de “Tauste en los siglos XI al XIII”, colgado el 30 de mayo de 2009 (donde pone “pinchar aquí”). Os aseguro que en él encontraréis datos sorprendentes. Podéis hacer uso de las herramientas que aparecen en el lado izquierdo (marcadores e índices de contenidos) para que se os pueda hacer más asequible y selectivo.

Como ejemplo de ello, esta vez os sugiero que leáis el contenido que abarca desde la página 16 hasta la 22, donde describo cómo pudo ser el Tauste del siglo XI (en torno a los años 1050). Recrearos en observar el plano de la página 19 y tratad de transportaros a aquella época.
Imaginad Tahust viniendo desde San José. En frente, el pueblo, presidido por su gran alminar. Todo un erial se extiende desde nuestros pies hasta llegar a lo que ahora es la calle Alfonso I el Batallador, desde la plaza Felipe V hasta Cuesta de Lanzán, pasando por plaza de la Reconquista. A esa altura comenzamos a ver las primeras construcciones, pequeñas, modestas y diseminadas, envueltas por una débil muralla de tapial que sigue la línea aproximada del tramo de Alfonso I antes descrito. Al fondo, envuelta por la blanca muralla de piedra de yeso, se divisa la medina, con su casco urbano abigarrado. De la muralla de tapial descrita hacia nosotros, como decimos, todo erial, ninguna construcción. Lo primero que divisamos a medida que nos acercamos es el cementerio. Una amplia explanada, prácticamente pegada a esa muralla, llena de losas y piedras colocadas de punta, cada una de ellas señalando un enterramiento, tumbas sencillas, perfectamente ordenadas, con los cuerpos orientados de forma que los pies apuntan hacia el nordeste y las cabezas hacia el suroeste. Los han colocado de esta forma, dentro de su fosa, envueltos en un sudario y apoyados sobre el costado derecho (postura natural de descanso). Así, la cara del difunto mira hacia el sureste, es decir, hacia la Meca.

Dejaremos el cementerio a nuestra derecha y entraremos en los arrabales de la ciudad por alguna puerta, a la altura de la actual plaza de Felipe V. Seguiremos por C/ Santa Ana, C/ Fray Angel Martínez y C/ Zaragoza, hasta llegar a la esquina Berroy, donde nos encontraremos con la Puerta de Saraqusta. Si decidimos no atravesarla y giramos nuestro camino hacia la izquierda, bajaremos, bordeando la muralla –que quedará siempre a nuestra derecha- al barrio mozárabe, donde viven los cristianos en torno a su ermita de San Miguel. Si la franqueamos, atravesamos la muralla de piedra blanca y nos adentramos en la medina, centro de la vida social y comercial del pueblo, donde se encuentra la gran mezquita con su imponente alminar.

Puede ser mediodía, en cuyo caso nuestro paseo se verá amenizado por la voz del muecín que, desde el alminar, está llamando en árabe (su lengua sagrada) a los fieles a oración.

Espero que disfrutéis del paseo.