sábado, 14 de enero de 2012

AZUARA Y TAUSTE


El sábado pasado, día 7 de enero, visité Azuara en compañía de Javier Peña y de José Miguel Pinilla. Antes de llegar, nos detuvimos un rato en las ruinas monumentales de Belchite y, también, en Almonacid de la Cuba, donde hay una impresionante presa romana. De manera que, antes de llegar, ya va meditando uno sobre cuántas cosas dignas de consideración tenemos en Aragón, totalmente desconocidas para los propios aragoneses (que para los de fuera ya, no digamos).

La visita que aquí cuento fue motivada por un artículo de José Miguel Pinilla acerca de una de las torres-contrafuerte de la Iglesia Parroquial de esa localidad, en la cual él había reparado por ser más “gorda” que las otras y por la discontinuidad ornamental que ofrece, llegando a la conclusión de que se trataba de un alminar del siglo XI. La publicación de dicho artículo despertó la curiosidad de algunos estudiosos azuarinos, entre ellos José Román Roche, por lo que se pusieron en contacto con él y tuvieron a amabilidad de invitarnos a conocer "in situ" el patrimonio de su pueblo.



VISTA DE AZUARA DESDE BELIGIOM


Nunca había estado en Azuara ni podía imaginar que en un pequeño pueblo como es ése, en una zona tan olvidada como es el Campo de Belchite (sólo famoso por la guerra civil, tristemente), hubiera un patrimonio tan rico. Tienen de todo:
- Restos de una importante ciudad celtibérica: Beligiom.
- Una villa romana fascinante: La Malena.
- Una ermita románica, la de San Nicolás, con unos frescos tardorrománicos impresionantes.
- Grandes tramos de la muralla andalusí.
- Una curiosísima ermita, la de San José, situada en lo alto de un cabezo, dominando toda la población, prototipo “congelado” de cómo tuvo que ser la evolución de muchas mezquitas de Zagr-Alandalús en su proceso de convertirse en iglesias cristianas.
- La Iglesia Parroquial de Nuestra Sra. de la Piedad, una imponente iglesia mudéjar, de la tipología de las llamadas “iglesias-fortaleza”, con el cuerpo bajo de lo que fue el alminar de la mezquita que antes hubo en aquel mismo solar.




ERMITA DE SAN JOSÉ



Además de un largo etcétera, donde me dejaría cosas, pero no quiero dejar de nombrar, dentro de su paisaje natural, el curioso trazado urbanístico y un centro de interpretación de la villa romana, donde uno puede pasar un buen rato, fascinado por la recreación de lo que allí hubo, transportado a la grandeza de los tiempos de aquel imperio.


El día se hizo cortísimo y quedaron muchas cosas en el aire. Gracias a la amabilidad del cura párroco, tuvimos ocasión de subir sobre las bóvedas de la iglesia y pudimos descubrir las pinturas mudéjares que decoraban la iglesia y que, indudablemente, se encuentran ocultas tras las capas de cal, pero que en uno de los paños se quedaron sin cubrir al hacer la ampliación barroca. Allí las tienen, los azuarinos.

Todo ello, gracias a unos anfitriones de mucha categoría: José Ángel Crespo, Javier Corzán, José Antonio Perena y Rubén López. Todo lo que diga sobre ellos será poco: jóvenes, avispados, preparados… y, sobre todo, entusiastas. Porque hay que ser muy entusiasta y tener mucho amor por su pueblo para hacer lo que estos chicos hacen, contra viento y marea, en una tierra como es ésta nuestra de Aragón, tan ruda y poco amable en estos menesteres.



MOSAICO DE LA MALENA


Y cuando uno se va de allí, conduciendo hacia casa, ya de noche bien entrada, entre curva y curva de la carreterica que, pasando por Fuendetodos y Jaulín, nos saca en Botorrita a la Autovía Mudéjar, con el fondo de la conversación entre Javier y José Miguel –maquinicas pensantes donde las haya, sacando conclusiones de todo lo visto a lo largo del día-, uno no puede evitar sentir cierta desazón por pertenecer a esta tierra.


Me explico. Desde el descubrimiento en 1988 de los restos arqueológicos de la Malena, el Departamento de Cultura y Turismo del Gobierno de Aragón patrocinó los trabajos arqueológicos para sacar todo aquello a la luz y respaldó toda una programación con actuaciones a corto, medio y largo plazo, dirigida a convertir el monumento en un objetivo cultural de primer orden que actuara como un elemento de desarrollo comarcal en el entorno de Azuara. Se creó el Centro de Interpretación que antes mencionaba, como foco de información y dinamización cultural, referente necesario para una aproximación al rico patrimonio histórico-artístico y arqueológico de Azuara, con unos bienes de primer orden, susceptibles de componer un producto cultural y turístico de altísima calidad.

Pues bien. Con todo ello y después de los años transcurridos, el turismo debería ser ya uno de los factores más importantes dentro de la economía del pueblo, si nos regimos por comparaciones con lo sucedido en otros lugares de España, donde han sabido rentabilizar ese turismo de interior de calidad, llegando a suponer un complemento imprescindible en el sostenimiento de los pueblos, superando, en muchos casos, a una agricultura que, aunque totalmente necesaria, se encuentra en decadencia. Sin embargo, en Azuara, con un patrimonio tan rico y atractivo, no ha ocurrido lo mismo. Ni parece que lleve camino de ello. ¿Por qué?.

Y uno, como decía, entre curva y curva de esa carretera, con la conversación entre los Gonzalvos de fondo, se va preguntando estas cosas, porque no es experto en estas materias. Supongo que será porque no ha habido una constancia en toda esa empresa, porque no habrá habido una planificación rigurosa, porque no se habrá seguido una disciplina lo suficientemente férrea para llevarla a cabo paso a paso, sin abandonar en ningún momento… no lo sé. Pero es como si uno se propusiera poner en marcha una industria donde el producto que se quiere vender es bueno, pero no se vende, y no se vende porque no se conoce, y no se conoce porque descuida su propio departamento comercial, y no mantiene un buen departamento comercial porque cuesta dinero, y no tiene ese dinero porque no vende.


Ahora me traigo el ejemplo a Tauste. Estos días se están organizando ya por El Patiaz las XIII Jornadas sobre la Historia de Tauste. La charla del día 16 corre a cargo de Carolina Izquierdo, con un trabajo que ganó la beca de 2010 sobre el desarrollo turístico de la villa de Tauste. De entre todos los trabajos presentados, el jurado estimó en su día que debía ser ése el merecedor de dicha beca por la rigurosidad de sus planteamientos y amplitud de objetivos, con unas estrategias claras y unos beneficios inmediatos de todo tipo (económico, cultural, ambiental, humano, etc.), derivados de la consecución de ese Proyecto, en caso de llevarse a cabo. Para ello es necesario hacerlo viable y competitivo mediante una planificación estratégica, que es la que desarrolla la autora a lo largo de ese Proyecto. Sabemos que no es fácil gestionar algo así en plena crisis, pero, precisamente es en los tiempos difíciles cuando más necesario se hace el desarrollo de nuevas ideas y aprovechar las nuevas tendencias…, y Tauste no debe perder esta oportunidad.

Pero, visto lo visto en Azuara, con un patrimonio mucho más rico que el nuestro… ¡qué miedo me da! ¿Quedará también en agua de borrajas?. ¿Estaremos trabajando para nada?. En El Patiaz hay gente muy entusiasta y preparada, pero no olvidemos que El Patiaz es una asociación cultural que demasiado hace con la labor que desarrolla y que la puesta en marcha de iniciativas de semejante envergadura tiene que ser llevada a cabo desde otros estamentos, con un seguimiento riguroso y una constancia a prueba de bombas.


Capacidad, tanto humana como en otros aspectos, la tenemos sobrada en Tauste (cuando queremos). De eso no me cabe duda, pero, de lo que sí me cabe es de si la sabremos administrar y encaminar positivamente, porque, además, el camino es largo y difícil, y que a lo largo del mismo no queden fracasos provocados por esas mezquindades que tantas veces denigran al ser humano.


Volviendo a lo de Azuara, mis más sinceras felicitaciones para José Ángel, Javier, Rubén y José Antonio. También para José Román, que, aunque no tuvimos oportunidad de conocernos personalmente ese día, seguro que habrá más ocasiones. Recuerdo que me mostraron su interés por venir a conocer nuestro fabuloso alminar tahustí. Sabéis que podéis venir cuando os plazca y que, aunque no será fácil resultar tan buenos anfitriones como lo fuisteis con nosotros, os aseguro que lo intentaremos.


Por cierto, tienen una asociación cultural llamada “Zauril”, que significa lo mismo que aquí “zaurín” o persona inquieta. Nombre muy apropiado.


No dejéis de ser como sois, que, de verdad, merece la pena.

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