sábado, 19 de abril de 2014

VIAJE A IRÁN (IX)

Después de todo lo que he contado, quizá no he presentado suficientemente a Virgilio Martínez Enamorado. Tanto hablar de él en los capítulos anteriores y me faltaba decir con detalle quién es realmente este personaje: nacido en Casabermeja (Málaga), licenciado y doctor en Historia Medieval por la Universidad de Málaga (Premio Extraordinario de Doctorado) y diplomado en lengua árabe. Ha trabajado durante algunos años como investigador en el CSIC, en la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Ha sido profesor invitado por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Boston y la Universidad de Nuevo México (Albuquerque, Estados Unidos). Ha realizado varios cursos de lengua árabe en universidades e instituciones de Marruecos, Egipto y Túnez. Es académico correspondiente en Málaga de la Real Academia de Córdoba, del Instituto de Estudios Ceutíes y la Institución Gran Duque de Alba de Ávila. Ha ejercido como asesor de distintos museos e instituciones culturales, así como del Legado Andalusí, siendo comisario de varias exposiciones. Ha sido ponente en más de 50 reuniones, congresos y otras actividades de carácter científico en su materia, incluyendo varias de carácter internacional (España, Portugal, Marruecos, Túnez, Grecia, Mauritania, Argelia, Egipto, Qatar, Reino Unido, Francia, Estados Unidos). Especialmente destacada es su vinculación a Marruecos, donde ha impartido distintos cursos y dirigido varios seminarios. Es autor o coautor de unos 180 trabajos científicos y de 18 monografías sobre historiografía, arqueología y epigrafía de al-Ándalus y del Islam de Occidente en época medieval. Mención de Honor del Premio Málaga de Investigación 2008… Y muchas cosas más.
Dicho esto, nos disponemos a enfilar la recta final del viaje.

11 de febrero. Teherán. Día de la Revolución Iraní…
Martes. Es el día grande de la nación: se celebra el 35º aniversario de la Revolución Iraní. Salimos del hotel a las 9 de la mañana y Afshin nos conduce hasta la gran explanada donde tiene lugar la ceremonia de esta celebración, en la que se encuentra la Torre Azadi (que significa «Torre de la Libertad»). Es uno de los emblemas de la modernización del país, posee una truncada estructura, revelando desde cada ángulo un sentido distinto de escala y perspectiva. Se construyó en el año 1971 para conmemorar el 2.500 aniversario del Imperio Persa con el nombre de Monumento Shahyad, en honor al Sah (el emperador de Irán). Tras la revolución iraní de 1979, el monumento cambia de nombre a su denominación actual, "Torre Azadi". El edificio está situado en una de las entradas de Teherán. Su original silueta y sus 45 metros de altura lo hacen inconfundible; está rodeado por jardines.


TORRE AZADI EL DÍA 11 DE FEBRERO

De camino hacia allí, vemos auténticas mareas humanas que se dirigen a aquel lugar (después, nos enteraríamos por la televisión de la magnitud de ello, con vistas aéreas tomadas desde helicóptero, que todas las autopistas, carreteras y vías públicas en unos 10 Km a la redonda iban llenas de gente), gentes de todas las edades y condición, en ambiente festivo, portando banderas y pancartas pro-iraníes y con mensajes anti-americanos. Nuestra furgoneta avanzaba a duras penas esquivando a las personas. Algunos coches iban delante y les hacían parar en sucesivos controles policiales y militares, haciéndoles bajar la ventanilla para identificar a los pasajeros. Y observaba con asombro que Afshin no bajaba el cristal, mostraba una tarjeta y, casi sin parar, el policía o militar le franqueaba el paso inmediatamente. Ante uno de esos controles, había cierta fila (no más de tres o cuatro vehículos por delante de nosotros) y Afshin comenzó a tocar el claxon con impaciencia. A mí me dio algo de apuro, pues nos daba igual llegar cinco minutos más tarde e íbamos sobrados de tiempo, incluso temor por la reacción que pudieran tener los militares encargados de aquel control. Cuando uno de ellos miró hacia nosotros y vio la tarjeta que le mostraba Afshin, se movilizó enseguida y ordenó el tráfico para que nosotros pudiéramos pasar inmediatamente (ante nuestro asombro). “¿Quiénes somos?”, me pregunté yo. Llegamos a una zona de aparcamiento cerca de la Plaza Azadi y desde allí nos dirigimos andando hacia unos controles donde nos cacheaban uno a uno y nos hacían pasar las bolsas que portábamos por unos escáneres. A continuación, pasamos por delante de unas mesas donde habían puesto fruta y refrescos a discreción para que cada uno cogiéramos lo que quisiésemos, y de allí a la tribuna de invitados, donde nos habían reservado asientos. En la gran explanada, se hallaba montada la tribuna presidencial, adornada con flores, formando la bandera presidencial y con los retratos del imán Jomeini y de Alí Jameneí a ambos lados. Junto a esta tribuna, se encontraba la de invitados, donde nos acomodaron a nosotros. Un joven vino repartiendo banderines de Irán y mucha gente pasaba por delante de nosotros, de lo más variopinto, incluso chicos y chicas de algún colegio que habían invitado expresamente para que pudieran ver de cerca al presidente. Delante de la tribuna presidencial había formada una compañía de militares. Se veían cámaras de televisión y periodistas (mujeres) entrevistando a personajes de los que se encontraban en nuestra tribuna, que en su mayoría serían de otros países del mundo árabe. El recinto se hallaba cercado como en medio kilómetro a la redonda, las gentes que venían andando no podían rebasar aquella cerca y difícilmente podrían ver al presidente. Le escucharían a través de la megafonía. Sin embargo, nosotros nos encontrábamos allí mismo. Tras casi una hora de espera, soltaron infinidad de globos desde la Torre Azadi y una compañía de paracaidistas cayó sobre la explanada, en un ambiente totalmente festivo y con gran colorido. Por fin, apareció en su tribuna el presidente del gobierno, Hasán Rohuaní, y comenzó su discurso. Nos sorprendió que la gente empezara a marcharse a partir de aquel momento y nosotros preguntamos si podíamos salir a la explanada para ver al presidente de cerca, pues ambas tribunas estaban alineadas y desde allí no se veía. Nos dijeron que sí y pudimos fotografiarnos con Rohuaní al fondo, a tan sólo unos 40 metros de distancia.

DISCURSO DEL PRESIDENTE ROHUANÍ

También nosotros nos fuimos enseguida, ante lo que a mí me pareció una falta de consideración hacia el presidente, pero todo el mundo de la explanada lo hacía así. Nos dirigimos hacia la furgoneta y de allí al hotel. Saliendo de aquel lugar nos dimos cuenta de que las masas de gente seguían fieles en sus lugares y no se marchaban. A las 12 llegamos al hotel y comimos a la 13:30.
Por la tarde, queríamos ir al centro de la ciudad para dar una vuelta por el bazar, pero Raúl nos dijo que aquel día era festivo y que casi todo estaría cerrado. Nos llevaron a dar una vuelta, entramos en un mercado que recordaba al mercado central de Zaragoza. Tenía todo bastante buena pinta y las calles estaban atestadas de gente y de coches. Tuvimos que cruzar una de varios carriles, pero como allí no hay semáforos y, si los hay, nadie hace caso de ellos, decidimos que había que arriesgarse. Extraña que, en cualquier ciudad de Irán, te puedas quedar junto a un semáforo esperando a que cambie a verde el de peatones y rojo el de vehículos, que te pones a cruzar y, no sólo no paran, sino que encima te pitan. Así es que el acompañante de Afshin se lanzó a la calzada y fue parando el tráfico de cada carril paulatinamente para que nosotros pasáramos cómodamente. Curiosamente, nadie tocó el claxon.
Para terminar la jornada, nos llevaron a ver la Torre Milad (Borj-e-Milad), que es la torre más alta de Irán. Se alza en el noroeste de Teherán y mide 435 metros desde su base hasta el extremo de la antena. Símbolo de modernidad, fue construida en 2007 y su apertura oficial tuvo lugar en 2008. Actualmente es la sexta torre de comunicaciones más alta del mundo, después de la torre de televisión de Cantón, torre CN de Toronto, Torre Ostankino de Moscú, la Torre Perla Oriental de Shanghai, y la Tokyo Sky Tree.
En realidad, la torre pertenece al complejo Milad (antes conocido como Yadman), el Centro Internacional de Convenciones y Comercio Exterior de Teherán, en el que se incluyen restaurantes en la parte superior de la torre con vistas panorámicas, un hotel de cinco estrellas, un centro de congresos, un centro de negocios y un parque tecnológico.
La estructura está situada en lo alto de una colina, apoyada sobre unos cimientos de hormigón armado, y para su construcción se emplearon 33.000 metros cúbicos de hormigón. La cabeza de la torre es una estructura de doce plantas, construida con acero y pesa unas 25.000 toneladas. Es la mayor y más alta estructura de este tipo en una torre de comunicaciones de todo el mundo. Su base es octogonal, simbolizando la arquitectura tradicional persa.


TORRE MILAD

En los pisos superiores de la torre están los dos observatorios panorámicos, uno superior cubierto con una cúpula de vidrio y acero, y otro inferior al aire libre. Hay además un restaurante de lujo, una galería de arte, y una zona de refugio ignífuga de emergencia, además de instalaciones de telecomunicaciones. El mástil de la antena mide 120 metros de alto y tiene cuatro secciones. La inferior se utiliza para ajustar las antenas de telecomunicaciones de emisiones públicas, y las otros tres están dedicados a antenas de radio y televisión pertenecientes al gobierno de la República Islámica de Irán.
El promotor fue Yadman Sazeh Co., representante del Ayuntamiento de Teherán. La torre fue diseñada por Dr. M. R. Hafezi, y construida por Boland Payeh co.
Además, el complejo dispone de un aparcamiento de 2,7 hectáreas, un área de exposiciones, una biblioteca y zona administrativa. El centro internacional de congresos dispone de siete salas de conferencias, una zona de exposiciones de 700 metros cuadrados, hall de entrada, sala de formación, vestuarios, estudio de radio y televisión, y recepción. Hay otra zona de 4 hectáreas reservada para un centro de negocios local e internacional, que disponga de zonas de exposición de productos y servicios, y congresos técnicos y científicos.
Los ascensores subían y bajaban con mucha rapidez y suavidad, pues no se notaba ninguna brusquedad ni en el arranque ni en el frenado. Por el interior de la torre, con todos los paramentos acabados en hormigón visto de una perfección muy cuidada, circulan escaleras mecánicas que comunican las plantas comerciales, y cascadas de agua que reproducen figuras florales y de otros tipos. La visita fue sorprendente y, desde luego, espectaculares las vistas nocturnas de la ciudad desde 300 metros de altura.


VISTA NOCTURNA DE TEHERÁN DESDE LA TORRE MILAD

La cena de aquel día era la última de todo el viaje. Haciendo un repaso mental rápido sobre todo lo acontecido en aquella intensa semana, aproveché para decirle a Raúl que me gustaría saber realmente a quién debíamos el agradecimiento de todo aquello. Me respondió que a la mañana siguiente nos iban a llevar a despedirnos de la Organización, a la misma casa del primer día, y que podría preguntárselo directamente al “jefe”. Raúl/Yafar, naturalmente, lo sabía, pero nos dijo que prefería que nos lo dijera él mismo.
(Continuará)

1 comentario:

Rockberto dijo...

He tardado esta vez, Jaime, porque no me he conectado durante un tiempo: he andado por Málaga unos días, y por Coín. Y, por supuesto, por la Axarquía, con mi amigo Miguel, el Cervantes. Bueno, como no voy a comentarlo todo, me ciño al principio de la entrada, a la sorpresa que me ha dado saber que el tal Virgilio es bermejo... menudas migas hacen en su pueblo. He estado allí unas cuantas veces, incluso en la boda de una pareja de allí, gente que me es muy querida -más María, la verdad, que no quiero engañar- y conozco gente bien maja. Buen lugar es Casabermeja, sí. Ya se lo dirás, si no lo lee antes.