viernes, 7 de octubre de 2016

UN PASO ATRÁS

Los que han seguido la trayectoria de este blog desde sus inicios, hace ya más de siete años, saben que lo creé con el objetivo principal de hacer entender lo que suponían las nuevas afirmaciones sobre el verdadero origen de la torre de Santa María de Tauste.
De igual forma que en otros trabajos, entrevistas y publicaciones aparecidas en diferentes medios, en este blog he abordado el asunto a lo largo de casi cien artículos aquí divulgados, abarcando diversos frentes:
1.- Exponer las evidencias constructivas que invalidan buena parte de las explicaciones que se habían dado hasta entonces sobre nuestra torre, admitidas como si de dogmas se tratara. ¡Ojo!, que digo “evidencias”, tozudas como la vida misma, que ahí están para ser comprobadas por cualquiera que quiera interesarse por ello, y no “simples teorías” como algunos tratan de calificarlas.
2.- Dar a comprender la nueva situación privilegiada que merece la torre a partir de ahí, como Patrimonio de la Humanidad y como ejemplar destacado de una arquitectura llevada a cabo en el siglo XI que daría origen, dos siglos más tarde, al nacimiento de la arquitectura mudéjar aragonesa.
3.- Refrendar la coherencia de todo ello con el hallazgo del cementerio que, al menos durante cuatro siglos, utilizaron los taustanos de aquella época para enterrar a sus familiares: una necrópolis islámica de gran extensión y densidad cuya datación arroja la fecha más antigua de todas las halladas en la Península Ibérica (junto con la de la Plaza del Castillo de Pamplona), de todas las estudiadas hasta la fecha por métodos radiocarbónicos.
4.- Desarrollar una labor pedagógica en aras de facilitar un acercamiento natural a esa realidad, asumiéndolo como nuestro, por ser los herederos directos del legado que dejaron aquellas gentes que habitaron en el mismo medio que nosotros ahora, que construyeron el edificio más bello y armonioso que jamás se erigió en Tauste y que, a buen seguro, nunca será superado.
5.- Dar a comprender esa realidad que tanto cuesta admitir y que consiste en que “los pobladores que vivieron en este lugar hace mil años eran taustanos”, tratando de romper esa barrera educacional que siempre nos ha hecho ver, erróneamente, que todo lo que no haya sido cristiano no ha podido ser taustano, aragonés o español.
6.- Concienciar de las repercusiones favorables que podemos obtener de todo ello, al encontrarnos con algo tan sugerente como es una arquitectura venida de Persia en un paisaje similar al de aquel lejano Oriente: oasis (en este caso lineales, a lo largo de los ríos Ebro y Arba) en medio de una gran estepa.
7.- Señalar insistentemente las deficiencias que ofrece la conservación de nuestro patrimonio para que fueran tenidas en cuenta y subsanadas oportunamente. Algunas ya fueron atendidas, afortunadamente (como fue el caso de la estabilización de la peña de la calle Rey de Artieda) y otras siguen durmiendo el sueño de los justos.
8.- Destacar la singularidad de nuestro patrimonio como motor de autoestima y desarrollo. Una labor que, llevada a cabo de forma bien planificada, junto con otras que exigirían una gestión adecuada del urbanismo, cumplimiento de las ordenanzas en materia de limpieza, mantenimiento de vías públicas, cuidado de nuestro entorno, aprovechamiento de nuestra ubicación privilegiada en el valle medio del Ebro como incentivo para la expansión industrial y demográfica, etc., insisto, a través de unos programas debidamente estudiados y gestionados con el grado de eficacia que todo ello requiere, llevara a nuestro pueblo hacia una situación de crecimiento y progreso que nos devuelva la esperanza de que nuestros hijos puedan tener aquí un futuro sin tener que marcharse, esa realidad a la que la mayoría de los padres estamos resignados como si fuera algo natural y perfectamente asumible.
No estoy criticando con ello la labor de las personas que dirigen nuestro municipio, pues demasiado encomiable es la tarea de administrarlo día a día, superando las múltiples (y a veces ingratas) dificultades que ello supone, poniendo en ello un esfuerzo personal que nadie agradecemos suficientemente. Pero, como taustanos, sí que contemplamos la evolución de otros municipios vecinos a lo largo de las últimas décadas mientras parece que Tauste se halla aletargado en medio de esta indolencia que ya nos caracteriza.
Luchar por todas estas cosas si la base principal no se mueve es como tirar del extremo de una goma cuando el otro está anclado a un punto fijo: en cuanto se suelta, vuelve a su posición inicial y todo el esfuerzo empleado se torna inútil. Recientemente hemos podido ver la aparición de una nueva “Guía de la Parroquia de Santa María” en la que se ha perdido una ocasión de oro para reafirmar decididamente la excelencia exclusiva de ese rico patrimonio arquitectónico. En su presentación se dicen cosas que hace unos años no se decían y que, indefectiblemente, han sido extraídas de toda esta labor que aquí menciono:
“… de un Tauste que tras la conquista por Alfonso I el Batallador, construiría su iglesia sobre la mezquita mayor y lo haría bajo la advocación de la Virgen Santa María (es por ello que el ábside está orientado hacia el sureste, en lugar de mirar hacia el este)…
Después añade: “convirtiendo probablemente su alminar en campanario”.
¡Aiiinnnsss, el “probablemente”! ¿No es hora ya de ir ahorrando esas “precauciones”? Sí, que me pueden aducir que no hay que dejar de lado la prudencia, por aquello de que “oficialmente” no se han reconocido todavía mis “teorías”. ¿Quiénes son los personajes que ostentan la autoridad de otorgar o no ese reconocimiento oficial? ¿Los catedráticos de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza? Esos sabemos que no lo harán nunca motu proprio porque su ego les impide desdecirse de unas teorías que han venido repitiendo generación tras generación sin cambiar un solo ápice y que ellos mismos han convertido en dogmas. Ni siquiera han tenido la decencia de considerar las contradicciones que se les ha expuesto para encontrar posibles soluciones. Quizá es que no ven otras soluciones posibles que las que nosotros proponemos. ¿Dónde está escrito que tengamos que esperar a que ellos nos digan “vale, pues, chavales, teníais razón”?
Siguiendo con la Guía, en lo referente a patrimonio arquitectónico, de la torre ya no explica prácticamente nada (por favor, ¡que es lo más valioso y singular de todo el conjunto!), salvo alguna pequeña alusión al paño decorativo de signos caligráficos (tampoco está bien tratado, pero no voy a extenderme aquí en ello) y le da “carpetazo” con la frase “Pero dejemos a un lado las hipótesis y entremos”.
No hay ni una sola referencia al hecho de su mayor antigüedad y, en cuanto a las explicaciones que da de la iglesia, lo hace de manera demasiado escueta para lo que realmente merece. Prácticamente le dedica la misma extensión que a cualquiera de los retablos, pero con la particularidad de que en estos hace constar las referencias bibliográficas de los contenidos que ahí constan (con la autoría de las mismas) mientras que para el patrimonio arquitectónico ha omitido ese “detalle”, como si el autor fuese alguien “innombrable”.
Nunca he pretendido protagonismo alguno, ni lo deseo. Todo lo que he desarrollado en esta materia lo habré hecho con mayor o menor acierto, pero, desde luego, jamás guiado por interés personal alguno. Hago mías las palabras de D. Javier Blasco Zumeta cuando expresa con tanta generosidad:
Es suficiente recompensa para mí lo que disfruto aprendiendo, por lo tanto no me importa que cualquier parte de estas páginas puedan ser reproducidas, almacenadas en un sistema informático o transmitidas de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro método inventado o por inventar. Es más, para que tanto esfuerzo pueda ser aprovechado, no sólo se puede sino que se recomienda siendo indiferente el citar o no al autor.
Tampoco me molesta excesivamente que se haga uso de algunos contenidos de mis trabajos y se omitan otros para componer una versión interesada, como tampoco que, quien la escribe, la plantee como suya propia desde el momento en que no hace referencias bibliográficas en ese apartado y sí en el resto de la Guía. Pero no me negarán que el decoro y la honestidad que "adornan" estas maneras de proceder son, cuando menos, bastante cuestionables.